El síndrome de rumiación es una condición en la que una persona regurgita repetidamente alimentos no digeridos o parcialmente digeridos desde el estómago. Los alimentos regurgitados luego se mastican nuevamente y se tragan o se escupen. Las personas con síndrome de rumiación no intentan regurgitar la comida; ocurre de manera involuntaria y sin esfuerzo.
Dado que los alimentos aún no han sido digeridos, se informa que tienen un sabor similar al de la comida normal y no son ácidos como el vómito. La rumiación suele ocurrir en cada comida, poco después de comer.
Los criterios del DSM-5 TR para el trastorno de rumiación son:
Una vez descartada una causa física para el trastorno de rumiación, el tratamiento más común consiste en una combinación de ejercicios de respiración y reversión de hábitos. A la persona con trastorno de rumiación se le enseña a reconocer las señales y situaciones en las que es probable que ocurra la rumiación y, posteriormente, aprende técnicas de respiración diafragmática para usar después de comer, lo que evita la regurgitación de los alimentos. Con el tiempo, la persona aprende a reemplazar el hábito de la rumiación con estas técnicas de respiración profunda.
Si una persona no responde a estas técnicas de respiración, otras terapias conductuales, como la biorretroalimentación (biofeedback), pueden ser útiles. Además de las terapias conductuales, si los síntomas persisten, los profesionales de la salud pueden recomendar ciertos medicamentos
El Transtorno de la Conducta Alimentaria Pica implica comer elementos que no suelen considerarse alimentos y que no tienen un valor nutricional significativo, como cabello, tierra y astillas de pintura.
Según el DSM-5 TR, no existen pruebas de laboratorio para el Pica. En su lugar, el diagnóstico se basa en la historia clínica del paciente. El diagnóstico del Pica debe ir acompañado de pruebas para detectar anemia, posibles obstrucciones intestinales y efectos tóxicos de las sustancias consumidas (por ejemplo, plomo en la pintura, bacterias o parásitos en la tierra).
El tratamiento de primera línea para el Pica consiste en evaluar la presencia de deficiencias de minerales o nutrientes y corregirlas. En muchos casos, los comportamientos alimentarios preocupantes desaparecen a medida que se corrigen dichas deficiencias. Si los comportamientos no son causados por desnutrición o no cesan tras el tratamiento nutricional, existen diversas intervenciones conductuales disponibles.
Los científicos en la comunidad del autismo han desarrollado varias intervenciones efectivas para personas con discapacidades del desarrollo, como redirigir la atención de la persona lejos del objeto deseado y recompensarla por desechar o dejar el objeto no alimenticio. Dado que el Pica puede tener graves consecuencias para la salud, la detección y el tratamiento tempranos son fundamentales.
Aunque la ortorexia no está reconocida formalmente en el DSM-5 TR, la incidencia sobre esta condición está en aumento. El término "ortorexia" fue acuñado en 1997 y se refiere a una obsesión por la alimentación adecuada o “saludable”.
Si bien prestar atención a la calidad nutricional de los alimentos no es un problema en sí mismo, las personas con ortorexia se obsesionan tanto con la llamada “alimentación saludable” que terminan perjudicando su bienestar, lo que puede llevar a consecuencias como desnutrición y/o deterioro del funcionamiento psicosocial.
Debido a la falta de criterios diagnósticos formales, es difícil estimar cuántas personas tienen ortorexia y si se trata de un TCA independiente, una variante de un trastorno existente como la anorexia nervosa o una forma de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Actualmente, no existen tratamientos clínicos desarrollados específicamente para la ortorexia, pero muchos expertos en TCA tratan la ortorexia como una variedad de anorexia nervosa y/o trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Por lo tanto, el tratamiento generalmente implica un enfoque multidisciplinario que incluye un médico, un terapeuta y un nutricionista.
Durante el proceso de tratamiento, se utiliza la psicoterapia para aumentar la variedad de alimentos consumidos y la exposición a alimentos que provocan ansiedad o que son temidos, así como la restauración del peso según sea necesario.
No son un diagnóstico formal del TCA, pero han ganado atención creciente desde que se utilizó el término por primera vez en la década de 1980 para describir los trastornos alimentarios más graves y duraderos. Existe poca investigación sobre el tema y actualmente no existe una definición universalmente aceptada para SEED. Sin embargo, los criterios más comunes utilizados para definirlo son la duración de la enfermedad y el número de intentos de tratamiento fallidos.
La duración a la que un TCA se clasifica como severo y duradero varía en la literatura, desde 3 hasta 10 años, siendo la mayoría de los estudios los que utilizan 7 años o más para clasificar a los pacientes como SEED. Además, lo que se considera un tratamiento fallido varía según los estudios, con algunos investigadores que argumentan que los pacientes deben haber intentado sin éxito diferentes tipos de tratamiento.
Otras definiciones de SEED incluyen criterios de severidad, con algunos que la caracterizan como un deterioro en todas las áreas de la vida (es decir, médica, cognitiva, ocupacional y social), mientras que otros la definen como un deterioro en una o más de estas áreas de funcionamiento.
A la fecha no existen tratamientos basados en la evidencia para el SEED, y los enfoques de tratamiento se han basado en gran medida en la sabiduría clínica o la experiencia. Sin embargo, ha habido un pequeño número de estudios que han examinado diferentes tipos de tratamientos, los cuales muestran unos resultados positivos.
Mientras que el tratamiento para los TCA típicamente comienza con intentar estabilizar a la persona nutricionalmente, algunos investigadores han propuesto que podría ser más efectivo centrarse en mejorar su calidad de vida, por ejemplo: el funcionamiento social, ocupacional, etc.
Aunque sigue existiendo un debate amplio entre investigadores y clínicos sobre cómo tratar a los pacientes con SEED, existe un consenso de que los pacientes deben ser tratados por un equipo multidisciplinario de especialistas en TCA, idealmente compuesto por un profesional de salud mental que coordine el cuidado con un médico, y si es necesario, un nutricionista y un psiquiatra.