Por: Ginny Jones

Hoy hablemos sobre el control parental versus el apoyo parental. Puede ser realmente difícil distinguir entre ambos, y los dos provienen de la misma parte amorosa de nosotros que quiere ayudar a nuestros hijos a estar sanos, seguros y a cuidarse bien a sí mismos y a los demás.

Queremos que nuestros hijos muestren signos de responsabilidad, independencia, autorregulación y toma de decisiones apropiadas para su edad. Queremos que nuestros hijos se sientan profundamente conectados con nosotros y que confíen en nosotros.

Un padre o madre que apoya trabaja para lograr esto haciendo cosas como:

  • Mantener expectativas y límites razonables. 
  • Fomentar la resolución de problemas. 
  • Permitir la expresión emocional. 
  • Apoyar sus intereses.
  • Fomentar la independencia.
  • Ofrecer orientación y apoyo.
  • Permitir que los niños aprendan de sus errores.
  • Mantener límites interpersonales.

Esto puede volverse muy complicado cuando estamos lidiando con algo como un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo (TOC) o depresión. Es fácil que nuestro deseo natural de apoyar a nuestros hijos se desvíe hacia el control, y puede ser difícil diferenciarlos. 

El control parental es algo que hacemos de forma natural y automática cuando nos alarmamos por el comportamiento de nuestro hijo y queremos ayudarlo a evitar consecuencias negativas.

Para intentar ayudar a nuestro hijo, podríamos encontrarnos haciendo cosas como:

  • Aplicar castigos inconsistentes y confusos.
  • Dar consejos no solicitados.
  • Desestimar los sentimientos del niño.
  • Imponer nuestras preferencias.
  • Micromanejar su comportamiento e invadir su privacidad.
  • Regañar, gritar y criticar.
  • Rescatarlos de sus errores.
  • Hacer cosas por ellos que deberían hacer solos.
  • Ayudarlos a evitar actividades razonables y apropiadas para su desarrollo.

Es completamente comprensible que tendamos al control cuando tratamos de mantener a nuestros hijos seguros en un mundo que parece peligroso. Pero los efectos secundarios comunes de esto son la ansiedad y su mejor amiga: la conducta desordenada.

Los niños cuyos padres usan un enfoque más controlador tienen más probabilidades de esconder cosas, mentir, robar o actuar a escondidas. Tienden a tener dificultades para regular sus emociones y con frecuencia explotan en rabietas o se aíslan. Pueden volverse demandantes y obstinados, y rechazar grandes ideas y soluciones maravillosas.

Tendemos a controlar más cuando estamos ansiosos por la salud de nuestro hijo, y puede ser necesario en ciertas circunstancias limitadas. Sin embargo, cuando vemos efectos negativos, vale la pena reconsiderar nuestro enfoque.

La alternativa al control es la crianza con apoyo, que enseñará a tu hijo las habilidades esenciales que necesita para prosperar. La crianza con apoyo ayudará a tu hijo a:

  • Tener mayor autoestima y confianza.
  • Mejor capacidad de autorregulación emocional.
  • Menores niveles de ansiedad y perfeccionismo.
  • Reducción de conductas desordenadas y disruptivas.
  • Mejores habilidades para resolver conflictos.
  • Una visión más clara de sí mismo y de los demás.
  • Una relación padre-hijo más segura y de mayor confianza.
  • Mayor capacidad para hacer y mantener amistades y relaciones.

No somos responsables de las decisiones y comportamientos de nuestros hijos: ellos son personas independientes, pero sí podemos criarlos de manera que les enseñe a prosperar. La crianza con apoyo significa establecer expectativas claras, ayudar a tu hijo a cumplirlas y mantener límites y consecuencias de forma consistente. Es un enfoque de crianza firme, amable y basado en evidencia.

El cambio hacia la crianza con apoyo significa que tendrás menos luchas de poder, te sentirás más conectado y podrás respirar con alivio, confiando en que tú puedes con esto.